Por Mark Shaw.
Casi cada verano elijo una obra de Wood
para leer. Iba a decantarme por releer todo Nippur, pero luego, como tenía
completa Or-Grund decidí atacar las aventuras de este bárbaro. Mi otra opción
era Mark y sus aventuras post-apocalípticas, pero todavía no la tengo completa.
Or-Grund comienza como una serie de
bárbaros del norte, básicos y sin más objetivos que comer y buscar cobijo. Pero
el interior curioso del protagonista lo hizo descender de los hielos en busca
de aventuras y conocimiento. Así, con el avance de los capítulos comprobamos
que esta es una serie de fantasía heroica. En su camino encontrará vampiros,
hadas, seres antidiluvianos (si es que se aplica el concepto), hechiceros y
hombres lagartos. Pero lo más curioso y atrapante es que mezclado con tanto
escenario primitivo, cada tanto aparecen muestras de ciencia futurista supe
avanzada, como platos voladores o máquinas que desafían a la ciencia actual.
Prodigios científicos que el pobre Or-Grund no puede comprender pero que el
guionista utiliza con sabiduría para alertarnos que ese mundo, no es tan simple
y básico como podíamos pensar en un primer acercamiento.
"Nunca hablo con mujeres. Es perder el tiempo. Solo hay que
aporrearlas, de tanto en tanto, para que recuerden quien es el amo."
La simpleza de Or-Grund me mata. La primera vez que vio un negro se sobresaltó y no dudó que se encontraba ante un demonio de la noche: "¿Eres un hijo de las tinieblas?" le largó. "No seas idiota" fue la respuesta del guerrero negro.
Me gusta leer a Or-Grund como un proto He-man, o sea un He-Man antes de hacerse con la bendición de la Espada de Poder.
Son innumerables las amenazas a las que le hizo frente a lo largo de sus 95 episodios: niños endemoniados a los que no duda en matar, hechiceros con 3 ojos, gigantes, centauros, reptiles, criaturas sobrenaturales, entre otras.
Las mejores historias: Los mercaderes del miedo, El hombre es una criatura mortífera, El responsable del valle y toda la saga final.
Recién a la altura del relato 30avo, Or-Grund reflexiona sobre lo mucho que lleva viajando. "¿Cuanto hace que viajo? Casi he olvidado al viejo país... y ni siquiera sabría volver ahora.”
En una excelente aventura titulada “Las Nornas” el gigante del norte se cruza con esas clásicas tres mujeres que representan El pasado, el presente y el Futuro del hombre. La intención de ellas es detener el avance inmisericorde de Or-Grund hacia su destino. Al parecer Los Primordiales comienzan a temer al guerrero, pese a que subestiman a los hombres. En un giro de guion maravilloso, Or-Grund vence a todos sus atacantes y le gruñe a cada una de las mujeres:
"Tú eres el pasado, no eres más que un puñado de días muertos tan poco interesantes que ni me molesto en recordarlos. ¿Y tú eres mi presente? ¡Ja! Or-Grund escribe su presente, momento a momento y a su capricho. No te permitas la inocencia de creer que puedes afectarlo. Pero tú... ¡no huyas! Hay algo que quiero ver en mi futuro...Hay algo que quiero saber si hallaré. ¡Muéstrame mi futuro!"
Es en este camino del héroe que va recorriendo nuestro protagonista, en el que irá indefectiblemente y gradualmente evolucionando en su manera de pensar, al principio tan básico y primario, hasta niveles con los que apenas hubiera soñado. En cierta ocasión, y simplemente observando un fruto caer de un árbol, toma conciencia de su mortalidad:
"Tengo miedo. ¿Esto es el valor del pensamiento? ¿Es esto lo que nos
da? ¿La conciencia de las tinieblas y el terror a ellas?¡Maldito sea el
razonamiento entonces! Furioso y descorazonado el bárbaro se puso en marcha. La
belleza del día había desaparecido para él y sintió un frío glacial en el
pecho. Había descubierto la mortalidad y esta lo había aterrado.”
En su odisea, Or-Grund conocerá finalmente el nombre de la mujer que se le presentó en el fuego ¡en el primer episodio!: Anhala, la sacerdotisa de la luz. Y sabiendo su nombre y su procedencia (Atlantis) la misión y el camino se volvían ahora más claros. Pero una revelación aun más importante tiene lugar: Or-G descubre que fueron muchos los campeones seleccionados por Anhala para salvar a la humanidad, pero él fue el único que llegó hasta esos confines sano y salvo, el único capaz de atravesar los territorios dominados por los Primordiales y sus criaturas.
Cuando Or-Grund llega finalmente a Atlantis y se encuentra con esa fémina que había visto en sus sueños, la que lo había convocado, le espera una pregunta clara como el agua:
“-No comprendo...Si tu raza, con todos los poderes que tiene, nada ha podido hacer, ¿qué puedo conseguir yo con sólo mi espada y mi fuerza?”
Y finalmente descubrimos el propósito de
todo. Anhala buscaba hombres fuertes que soportaran el proceso de conversión
pulmonar al que los sometería para poder bajar a las profundidades marinas a
acabar con Los Primordiales. La anatomía atlante, irónicamente, no soportaba
ese proceso. De todos los convocados, Or-Grund fue el único capaz de llegar a
la ciudad dorada.
Desgraciadamente: "El proceso es irreversible. Hasta el fin de tus días serás una criatura marina"
Al respecto de su crecimiento espiritual y mental, el bárbaro lo manifestaba así: "Siento cosas extrañas dentro mío que crecen y se iluminan cada día. Yo fui una bestia feliz, pero tú y tu ciudad me arrancaron de mis hielos y me trajeron a otro mundo..." el mundo de la razón permíteme agregar”.
Por fortuna encuentran un camino alternativo evitando así nuestro héroe, quedar convertido en un tritón eternamente. Todos sus esfuerzos, y sus victorias parciales, no ayudan a evitar que Atlantis caiga finalmente, ante el número inabarcable de seres del inframundo. Solo Or-Grund y Anhala, enamorada inexorablemente del bárbaro rubio pueden huir de la masacre (sí, es un poco caprichoso, pero es así), y llegar al Templo de la Luz, el último bastión de la tecnología atlante.
En el capítulo titulado
"Génesis" vemos que tras una explosión nuclear, llevada a cabo por la
alta cúpula atlante como última jugada para acabar con todos los Primortales
(que ya habían invadido y conquistado la ciudad dorada), solo Or-Grund y su
amada, se salvan surgiendo de debajo de la arena, como si de Adan y Eva se
trataran. Con un texto cuasi religioso Robin Wood se despide de la serie "Y hubo luz y hubo oscuridad, y hubo
principio y hubo fin, y la esencia del hombre volvió a alzarse de entre las
ruinas para comenzar otra vez, porque siempre será así, porque la semilla es
inmortal y sobrevive a la carne y porque nunca podrá desaparecer, pues mundo,
esencia y hombre son sólo uno. Y vio Dios que ello era bueno y de esta manera
lo quiso y de esta manera lo decidió..."
Y así, en un muy redondo episodio 50, Robin Wood termina su relato de las aventuras de este bárbaro. Or-Grund está muy lejos de la calidad narrativa de Nippur o Gilgamesh, hasta el momento mis dos obras favoritas de este escritor. Aquí no tenemos reflexiones filosóficas sobre la vida, ni relatos de humanidad estremecedora. Es simple aventura y recorrido de un mundo en sus albores, lo que no es malo, pero tampoco magistral. Quizá por esta suma de factores la lectura por momentos se torna farragosa y poco atractiva, pese a contar con un dibujo siempre excelente. Justificando estas apreciaciones podemos decir que si bien todos los relatos tienen un nivel medio de calidad, son muy pocos los sobresalientes.
Quien continuaría con
los guiones a partir del siguiente episodio sería Armando Fernández, pero por
respeto al creador original mi lectura llegó hasta ahí.
Nos leemos en el Archivo!
(o) muy interesante, me recordo a mi niñez donde leí algunos tomos del bárbaro
ResponderEliminarGracias Omar por dejar tu comentario y por leer el informe. Robin Wood siempre nos trasmitirá esa sensación de nostalgia.
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